Nunca se puede ocultar al corazón lo que han visto los ojos.

Antonio Hernández


viernes, 11 de octubre de 2013

Mi querida España


José María Gay de Liébana, el economista irritado, en las XIX Jornadas de Asesores Fiscales de Valencia, en septiembre de 2012:
las cosas claras

La situación española en todas las facetas es deprimente y todos los días aparecen nuevos problemas que crean el malestar general. Quizás el escritor Gustavo Martín Gazo tenga la solución:

Las preguntas de Perceval


       El mundo de la política se ha vuelto previsible y amoral.

La cuestión crucial es saber si puede llamarse democracia a esto que tenemos.
Hay un episodio del ciclo artúrico que nos puede ayudar a entender lo que pasa en nuestro país. Su protagonista es Perceval, uno de los caballeros de la Tabla Redonda, famoso por su participación en la búsqueda del Santo Grial. Perceval llega a un lugar desolador. Los ríos se han secado, no crecen las plantas, los árboles han muerto, no hay pájaros ni otros animales. Se hace de noche y Perceval entra en un castillo sombrío. Soldados, mozos y criados andan como sonámbulos por sus patios y escaleras. Perceval se encuentra allí con el herido Rey Pescador, el soberano del reino. Está postrado en su trono, mientras un extraño cortejo recorre el salón. Son tres muchachas muy pálidas. Una lleva una lanza, otra una bandeja y la tercera, una copa. Perceval, horrorizado, abandona precipitadamente el palacio. Está amaneciendo y una misteriosa doncella que le aborda en el camino le dice que esperaban a un caballero como él que se atreviera a preguntar por el significado de lo que veía y que su marcha precipitada les condena a continuar bajo el dominio de la maldición. El tema de las preguntas que al no formularse sumen en la desgracia a países enteros es muy frecuente en el folklore. En muchos cuentos basta la pregunta de alguien para que se rompa el hechizo que pesa sobre un lugar, ya que las preguntas son el símbolo de esa vida que regresa y hace hablar.


Si lo pensamos bien, el país al que llega Perceval no es muy distinto de este nuestro. Las tiendas se cierran, la gente pierde sus trabajos y deambula por las calles sin saber qué hacer. Muchos son expulsados de sus casas y no tienen para comer. Nadie compra libros, las salas de cine están vacías y se aplazan las bodas. Los jóvenes no pueden independizarse porque ¿dónde vivirán, con qué medios, qué harán si nacen sus hijos? Los hospitales dejan de atender a los enfermos, desaparecen los comedores y el transporte escolar y los investigadores tienen que emigrar a otros países. Aún más, como sucede en el relato de Perceval, también nosotros hemos renunciado a preguntarnos por las causas que hacen que las cosas sean así. Es lo que nos dicen nuestros gobernantes, que debemos tener paciencia, confiar en ellos, ya que nada puede hacerse salvo lo que ellos han decidido hacer. En el relato de Perceval las doncellas que forman el cortejo fúnebre llevan en sus manos una lanza, una bandeja y una copa sagrada, los símbolos de la pasión de un dios que entregó su vida para salvar a los hombres; en el nuestro, los caballeros del dinero llevan las cifras de nuestra deuda, la de los recortes y la de la prima de riesgo, los símbolos de ese capital que quiere que le entreguemos la vida para salvarse él.

Mientras tanto, se han perdido derechos sociales, los trabajadores pueden ser expulsados de sus trabajos sin ninguna garantía, se ofende a los médicos, a los investigadores y a los educadores. Se cierran los comedores escolares, la televisión pública se ha transformado en una sucursal amanerada del poder, se cuestiona el derecho al aborto, vuelve a las aulas la asignatura de la religión más rancia, al Tribunal Constitucional llegan jueces que opinan que los matrimonios homosexuales son contra natura.

En la segunda parte de la historia del rey herido, Perceval regresa al reino maldito y osa hacer la pregunta, con lo que el rey se recupera de su mal y se restituye la fecundidad a la tierra baldía. ¿Cuales tendrían que ser las nuestras para que esta pesadilla terminara? Son muchas las que podrían servirnos. Por ejemplo, ¿por qué los valores supremos que fundan el capitalismo—competividad, rendimiento, crecimiento sin límite, beneficio— deben ser los únicos valores y no podemos hacer de la búsqueda del bien común el valor supremo de nuestra convivencia? ¿Por qué no se obliga a los bancos nacionalizados a dar crédito a las empresas que lo necesitan y no hay un banco público que se enfrente a un problema como el los desahucios? ¿Por qué se permiten los delirantes salarios de la banca? ¿Por qué si tenemos la misma moneda tenemos que pagar distintos intereses por la deuda? ¿Por qué no hacemos una política energética que no dependa del petróleo? ¿Por qué se admiten los paraísos fiscales?, ¿por qué las grandes empresas pagan a Hacienda porcentajes que al resto de los ciudadanos les causan escándalo? Aún más, ¿por qué los que nos piden que confiemos en ellos cobran varios sueldos, reciben primas diversas, préstamos que no figuran en ningún lado y que es posible que no tengan que devolver, manos misteriosas les pagan el alquiler de los pisos en donde viven, las fiestas de cumpleaños y las bodas de sus hijos, y son consejeros de bancos y grandes empresas por los que cobran sueldos astronómicos por no hacer nada?

Pero quien pregunta debe tener alguien que le escuche y me temo que en este punto debemos abandonar el mundo de Perceval para entrar en el no menos sombrío de una antigua película de serie B titulada La invasión de los ladrones de cuerpos. Unas extrañas vainas venidas del espacio tienen el poder de copiar los cuerpos de los hombres aprovechando su sueño. Cuando ese proceso se cumple, el nuevo cuerpo ocupa el lugar de su modelo real. Surge así un mundo implacable y frío, que solo en apariencia sigue resultando humano. La película de Don Siegel, realizada en plena guerra fría, es una metáfora de los Estados totalitarios y del dominio que llegan a ejercer sobre la conciencia individual, pero pocas veces esta fábula ha tenido más vigencia que en la actualidad. El mundo de la política se ha vuelto previsible y amoral, y el congreso de los diputados es lo más parecido a una sala del Museo de Cera. Es verdad que a esos diputados los hemos elegido nosotros, pero tan pronto acceden al poder son abducidos por fuerzas oscuras y dejan de representar a sus votantes para servir tan solo a poderes indefinibles. Son las réplicas de los que elegimos en las urnas las que han tomado las riendas del poder y sirven a intereses que nada tienen que ver con los nuestros. El problema es que esos ladrones de cuerpos no vienen de otro planeta para ocupar el nuestro, sino que somos nosotros mismos quienes los hemos creado con nuestra pasividad. La última pregunta de Perceval, la más dolorosa de todas, solo puede ser entonces si puede llamarse democracia a esto que tenemos.  Gustavo Martín Garzo, El País-Tribuna, 5.19.2013


      Y con esto creo que basta. Estamos esperanzados con las noticias de que estamos saliendo de la recesión y solo nos queda la crisis, pero nada está claro. Son tantas las cosas que se vienen diciendo y no son verdad, que cualquiera se fía de los que tienen la mentira por virtud.

Las cosas que pasan

Felicitaciones para la mutter Angela Merkel, que ha obtenido un triunfo suficiente en las elecciones alemanas, a falta de escasos votos para alcanzar la mayoría absoluta. Afortunadamente, Europa sigue contando con el medio eficaz para defender el euro y a los países comunitarios que más precisan que no les dejen perderse.
    
No voy a entrar en política, pero antes de las elecciones alemanas pensé en qué habría pasado, por ejemplo, en España sin una persona que, como Merkel, no hubiese frenado el disparate económico a partir de enero de 2012, recién empezado el recorte de las clases medias para abajo. Hoy, prácticamente el pueblo español está, como acostumbra, a merced de los ricos y riquísimos, a años luz para que se estabilice la economía nacional, la de todos los españoles, no para los de siempre. Pero nos queda la esperanza de que el motor germano nos eche una mano, no para hundirnos, que de eso sabemos un rato, sino para sacarnos del atolladero en el que nos encontramos.

    En los años sesenta del siglo pasado hubo una escapada de españoles a Alemania, algunos regresaron y muchos otros se quedaron y allí están, recibiendo ahora a los que se arriesgan a dar el salto y recibir el impacto de un idioma difícil para nosotros, pero no imposible. Muchos nos hemos quedado en la gracia del subanestrujenbajen, del Metro, y no es suficiente. Duele tener este éxodo de gentes valiosas que aquí no tienen nada que hacer.

      Son muchos los que no están de acuerdo con la señora Merkel, ni con la situación, pero alguien tenía que pilotar a la Comunidad Económica Europea, perdida por la baja calidad de sus políticos y la falta de una política común.

      Confíemos en la Señora Merkel, pues aquí: esto es lo que hay.

 
Vinos tintos gaditanos. Parece que lo del vino del blog anterior, el 14 de la serie, ha tenido su contestación positiva, de lo cual me alegro muchísimo. Estoy ansioso de ver en los periódicos nacionales nuestros vinos tintos gaditanos. Por eso, hace unos días, me quedé estupefacto: El Viajero, el 20 de septiembre, publicaba la ficha de un vino gaditano: Barbazul 2012, no tinto sino blanco, de la Huerta de Albalá, en Arcos de la Frontera, un blanco joven de uvas chardornay.

      Carlos Delgado con el título de Una brisa balsámica, escribió con mucha puntería, descubriendo uno de los vinos gaditanos, primo hermano del Barbazul tinto buenísimo, de la misma bodega. Es una gloria ver reflejados nuestros vinos en páginas nacionales.
 
    Delgado se ha fijado en él, vaya usted a saber por qué, no conozco este vino, pero debe ser buenísimo. A mí me gustan los tintos y son los que más se beben en chatos, vasos, y copas. Entre los blancos tienen su aquel algunos como el sanluqueño Maestrante, que ha superado al primitivo Castillo de San Diego. Y para qué engañarnos, gusta mucho el Tierra Blanca, y seguramente habrá por ahí algunos también excelentes. Yo sigo con el dicho de que el mejor vino blanco es un tinto, lo que no significa desprecio, pues sobre gustos y colores no han escrito los autores. Y en los vinos blancos no contemplo los clásicos de Jerez, los olorosos generosos, manzanillas, y los que les siguen, señorío donde los halla. Gracias Delgado y que cunda.

     Sigue: el redactor de Diario de Jerez Ángel Espejo, que recibió el Premio de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores, publicaba a finales de agosto una columna breve, pero con enjundia: El viñedo de uvas tintas duplica su superficie en sólo una década. Buena noticia pues informaba de que las uvas tintas se imponen en los vinos de la tierra de Cádiz, y sentenciaba: los blancos aportan la experiencia; los tintos, el descaro de la juventud. Ahora lo que falta es que se conozcan y se vendan, pues la desinformación es algo que no beneficia a nadie, ni a bodegueros, ni a los posibles clientes. Afirmaba Espejo que ya hay más de una veintena de marcas en el mercado, y una legión de consumidores afines dentro y fuera de las fronteras españolas. Angelito, te has pasado cinco pueblos, te aseguro que en Medina, que tienes tan cerca, hay muchos lugares del gremio que no se han enterado.

    La BASF (Badische Anilin und Soda Fabrick), empresa alemana asentada en España, ha dedicado un programa a potenciar a pequeños bodegueros que por sor sí solos no pueden dar a conocer sus vinos. En abril de este año inició Catatalentos Basf, catas por grupos de Comunidades, entre las que, naturalmente, se encontraba Andalucía y los vinos tintos gaditanos. Destacó Cortijo de Jara un tinto jerezano, bueno de verdad, y es de desear que muchos más vinos de la tierra se incorporen a esta evaluación de contrastes, para que inicien a ser conocidos y, sobre todo, bebidos.

Que me lo expliquen. Un vecino de Medina Sidonia está angustiado, no puede entender lo que le pasa. Yo tampoco. El 5 de este mes se dirigió al Director de El País contándole la ultima ocurrencia del paro en este país nuestro, nuestra querida España. La carta se encabeza: Sobre las políticas de empleo. Dice:
Con 47 años me he quedado en paro a comienzos de septiembre, pasando a ser perceptor de la prestación por desempleo y víctima de las políticas de empleo de este país. A final de mes me ha salido un trabajo puntual de un día, realizando un trabajo profesional para una empresa italiana, para lo que he tenido que darme de alta en el censo de profesionales de Hacienda y solicitar el alta en el registro de operadores intracomunitarios. Este trámite tardará aproximadamente un 
mes (no me dan un plazo definido), y es imprescindible para poder cobrar mi trabajo. He comunicado al SEPE (antiguo Inem) mi cambio de situación para que me descuenten el día que voy a trabajar. Me informan de que me suspenden mi prestación hasta que no cause baja en el citado registro de operadores intracomunitarios, y que si la Administración tarda un mes en contestar, estaré un mes sin cobrar, si tarda dos meses, pues dos meses sin cobrar.
He intentado explicar a la funcionaria, a la que no culpo, que aceptar este trabajo es importante para mí porque en el futuro pueden salirme más y podré dejar de ser un parado. Pero que si me penalizan por trabajar no podré asumirlo económicamente, y, para rebajar mi creciente tensión, le he planteado la sugerencia irónica de que a lo mejor debería rechazar todos los trabajos que me surjan y engrosar el grupo del bar al que aludía Josep A. Duran i Lleida. Ante mi perplejidad, he recibido un encogimiento de hombros.
Hoy he recibido una nueva petición de trabajo por parte de la misma empresa; les he dicho que no puedo volver a colaborar con ellos.
Ahora estoy tomando cañas en el bar y esperando que me llamen para que algún sindicato me imparta un curso sobre cómo elaborar un curriculum vitae.— Antonio Alberto Ciudad Araque. Medina Sidonia (Cádiz)

             Ver, para creer.
  
 Buenas noticias

Dicen sin ambages que hemos dejado atrás la recesión y nos queda la crisis, buena noticia. Y mejor todavía la que ofreció el ministro de Hacienda, entre el jolgorio de los señores diputados, el 9 de este mes en el Congreso. Dijo, se enteró todo el mundo, que los salarios no están bajando, que están creciendo moderadamente, y se quedó como Fofito. La realidad es que los salarios bajaron entre abril y junio un 0,6%, siguiendo la tónica de los dos meses anteriores, y en 2012 la bajada se calcula en un 0,8%. Son datos, hay que recordarle al señor ministro, del Instituto Nacional de Estadística. Por su parte la Caixa, indica que desde 2010 el retroceso ha sido del 7,1%.

      Gracias, maestro, ni Gila. 

Final  

Se están yendo personas queridas de todas clases y de diferentes actividades que nos conciernen. No quisiera abrir un obituario permanente, pero no tengo más remedio que despedir con pena a quienes hemos tenido entre nosotros, y su adiós nos afecta.

      El 22 de septiembre falleció, recién cumplidos los 90 años, Álvaro Mutis, Jaramillo por su madre. Escritor y poeta con una obra muy extensa, entre la que destaca la creación de su Maqroll el Gaviero, cuyos libros quizás son los más conocidos. Con orígenes gaditanos de uno de los 'conquistadores' de América, sin s armas que su investigación y clasificación de miles de plantas, José Celestimo Mutis. De Álvaro ha escrito nuestro poeta José Ran Ripoll: trasciende la época posmoderna que le tocó vivir y apunta a un nuevo pensamiento, un ímpetu vital que surge de su propio paisaje, pero que se universaliza en ultramar. La mejor forma de honrarle en la despedida será leer o releer su obra.

     También se ha marchado Juan Linz, un estudioso poco conocido en España salvo por especialistas, políticos y sociólogos, nacido en Alemania y fallecido en USA a los 85 años, donde vivió gran parte de su vida, siendo español. Persona muy interesante por su pensamiento y estudios sobre nuestra realidad, conocida desde la lejanía. Nuestro paisano Ramón Vargas-Machuca y Aurelio Arteta, ambos catedráticos de Filosofía Moral y Política, uno en Cádiz y el otro en la Universidad del País Vasco, se refieren a Linz: Le dolía sobre todo el estado de la política en España. El que dejaba asomar siempre una punta de escepticismo, quien insistía en que no se debe esperar de la política lo que no puede dar, era incapaz de ocultar su decepción por el modo como se esfumaba entre nosotros lo que parecía estable. 
      
      Una gran persona con quien había que estar de acuerdo, especialmente en estos años de zozobra.

*  *  *  *  *  *  *

Adiós, Adéu, Agur, Adeus






1 comentario: