Nunca se puede ocultar al corazón lo que han visto los ojos.

Antonio Hernández


domingo, 12 de mayo de 2013

In memóriam


El 5 de este mes de mayo quedé paralizado al ver en televisión, hacia las dos de la tarde, cómo un avión viraba picando hacia tierra a muy poca altura, desaparecía de la pantalla, un hombre de espaldas se echaba las manos a la cabeza y una enorme llamarada anunció el tremendo choque del aparato sobre el suelo. No me lo podía creer.

    Pero sí. El triste suceso, porque era evidente sin ver más, sucedió a muy pocos kilómetros de mi casa, unos cinco o seis, en el Aeródromo de Cuatro Vientos, en Madrid, lindando con Alcorcón. A los pocos minutos las radios, las televisiones y los periódicos difundían la noticia: en la exhibición dominical de primeros de mes, de la Fundación Infante de Orleans, se estrelló contra el suelo un Saeta pilotado por el comandante Ladislao Tejedor.



    Un triste suceso. Todo hace suponer que el piloto tuvo algún problema de visión, de pérdida de sentido, o no se sabe todavía qué.

   Entre mis previsiones tenía y tengo la de comentar el magnífico y poco conocido Museo de Aviones Históricos en Vuelo, de la mencionada Fundación Infante de Orleans, de la que desde hace muchos años soy socio y de la que se conoce más bien poco.

    Sigue pendiente. Adelantar que no es una Fundación de carácter monárquico, sino del más puro espíritu aviador, que se conoce poco porque se encuentra lejos de Madrid y las combinaciones de transporte llevan su tiempo. El infante de Orleans, Alfonso de Orleáns y Borbón, piloto militar desde 1913, con 27 años, primo hermano de Alfonso XIII, afincado en Sanlúcar de Barrameda, al que se refiere esta Fundación, estuvo volando en Jerez hasta los ochenta y siete años, uno antes de morir. 

    De momento, enviar a la familia de Ladislao Tejedor nuestro profundo pesar por el fatal fin de vuelo de su hijo, esposo y padre.

Las cosas que pasan

Al hilo del accidente surgen dos cosas. Una, que el aparato HA-200, conocido como Saeta, siniestrado el domingo 5 de mayo, era un avión, no una avioneta como se les escapó a algún colega en la prensa, primer avión a reacción fabricado en España por la Hispano Suiza en Sevilla a partir de 1955. No quiero decir que este fuera el primero salido de fábrica, pero sí el modelo de uno que mantenía en vuelo la Fundación Infante de Orleans, en sus hangares en Cuatro Vientos.


Saeta


    En la Caseta de la Aviación de la Feria de Sevilla de ese año se le cantó al Saeta: Se debía de llamar... Este avión tan gitano... Se debía de llamar... Ya que está hecho en Triana... Saeta o fandanguillo, seguidilla o soleá... La voz de Rafael de Sevilla se extendió por el ferial, que no se pudo aguantar. Rafael, nombre artístico de Miguel Ángel González, mecánico de aviones de la Inspección Militar, y cantaor, dejó correr su voz y el Saeta quedó bautizado con manzanilla aquella noche de Feria.

    La segunda cosa que pasó es que tras la tragedia mortal resucitó la reivindicación vecinal en contra del mantenimiento del aeropuerto: La Asociación de Vecinos de Carabanchel Alto alerta a través de un comunicado de "los peligros de tener un aeropuerto que ha quedado rodeado por viviendas" y todo por "la temeraria y especulativa política urbanística llevada a cabo por los últimos gobiernos del Ayuntamiento y de la Comunidad de Madrid". Estas exhibiciones aéreas, exponen los vecinos, "sobrevuelan a muy poca altura las viviendas".

   Lo mismo ha ocurrido con el aeropuerto internacional de Barajas. Doy fe de que en 1953-1954 y muchos años adelante en los alrededores de Barajas y Cuatro Vientos no había más de una pequeña choza rural. Muchos años después llegó la invasión y ni los Ayuntamientos ni los compradores se dieron cuenta de que por allí circulaban los aviones. Quien llegó primero tenía razón, en esos terrenos no se molestaba a nadie: ¿se pueden eliminar la viviendas actuales para evitar que se les caigan los aviones encima?

    Esto no es nuevo. Estando trabajando en la Factoría de Campsa en Puntales por aquellos años cincuenta, las viviendas por los alrededores eran mínimas, un pequeño poblado encantador, pero de escasa identidad. Años más tarde, cuando se extendió el número poblacional, seguí desde lejos con atención la fuerza desarrollada para eliminar la Factoria, que surtía de combustible a los barcos del puerto gaditano. Vencieron los de Puntales y la Factoría de Campsa hubo de trasladarse a El Puerto de Santa María.

Buenas noticias

Medina reaccionó ante el deterioro de la iglesia de San Agustín, cerrada desde los años ochenta y desde entonces en espera de que se cayese en parte o totalmente. Manolo Maeztu Gregorio de Tejada, presidió la comisión para potenciar su conservación, llevó las riendas hasta que falleció, su hueco no se cubrió y san Agustín seguía poco a poco desmoronándose.

    Un segundo intento surgió en septiembre de 2012, pero no llegó a tiempo, el 8 de mayo de este año un muro se derrumbó sin remedio, y sin herir a nadie afortunadamente. 'Salvar San Agustín' se ha puesto en marcha.

    De momento lo más urgente es animarse a firmar una petición justa y necesaria:  "Obispado de Cádiz y Ceuta: Rehabilitación y conservación del patrimonio eclesiástico asidonense" en Change.org.

Urge que se tomen medidas o se dejen las ruinas para que dentro de algunos siglos vengan los turistas a Medina, como van ahora a Mérida, Tarragona, Baelo Claudia, Cartagena, etc., a ver lo que fueron y ya no son.

De Libros

Hará cosa de mes y medio la editorial La Esfera de los Libros dejó en el mercado Ladies of Spain, con un subtítulo de novela rosa, Sofía, Elena, Cristina y Letizia: entre el deber y el amor. A  primera vista poco sugerente, pero el autor es un periodista inglés con varias publicaciones de carácter biográfico sobre personajes de todos conocidos. Como muestra: Madonna, Beckham y el de mayor impacto en el mundo editorial: Diana, su verdadera historia, del que según se dice fueron vendidos más de siete millones de ejemplares, y si quedan en las librerías todavia puede que se vendan algunos más.

    Me llamó la atención el guirigay que formaron algunos periodistas españoles en El Gran Debate, de Tele 5, el 30 de marzo pasado, contra el libro, que dijeron desconocer, y con agresividad contra el autor, periodista y escritor de relieve mundial, Andrew Morton. Ver el programa y prometerme leer su libro fue todo uno. No me pareció ni correcto ni justo el tratamiento que se daba con furia a algo desconocido.

    El libro en español, traducido por Alejandro Pradera, es un recorrido por la vida del rey, de la reina, las infantas y la princesa de Asturias, ovetense, que ha venido a romper la costumbre sucesoria, que tan malos resultados para España han tenido los sucesivos reyes desde Carlos IV hasta la fecha, dejando a un lado los anteriores Borbones, y nada diremos de los Austrias. Podría pensarse que Morton ha podido elucubrar con estos personajes pensando, quizás, en el éxito que le pudiera dar una chismología propia de las revistas del corazón.

    Nada más lejano. El autor ha hecho un muy buen trabajo de investigación, y todo lo que dice de cada uno de sus protagonistas ha sido contrastado, hasta el punto de que personalmente no pasan más de dos las noticias que yo desconocía. Todo lo demás, bien sea por noticia fidedigna o de tapadillo, para no ensuciar una biografía, todo se sabía y Andrew Morton lo único que hace es ordenarlo para general conocimiento.

    Es frecuente que cuando se habla de la monarquía en España, se compare irremediablemente con la inglesa. Aquí también Morton hace un buen trabajo en este sentido, y trata con habilidad el cambio experimentado en casi todas las monarquías europeas con la entrada en las familias reales de plebeyos hasta las más altas cumbres  coronadas, significando una nueva era y algunos piensan ya en monarquías republicanas.


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Adiós, Adéu, Agur, Adeus











      
   




   

 






  




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