La educación no ha estado nunca tan estresada como en esta coyuntura en la que se está atrasando varios siglos: España siempre mirando atrás, y cumpliendo con el ardor democrático, de que no es posible hacer desaparecer la pobreza porque mientras mandan los ricos no habrá justicia, igualdad, ni libertad. Mientras que nos comunican que ya estamos en el buen camino, a un paso de perder de vista la crisis económica, la recesión y la mala vida, nos enteramos de que los ricos han aumentado un 5,4 %. ¿Qué es un rico?, alguien que posee más de un millón de dólares en activos financieros, excluyendo la primera vivienda y consumibles. Cuando seas rico sabrás qué es todo eso.
No voy a entrar al trapo en cuestiones contra el ministro más sonriente y menos valorado del Gobierno. Habrá tiempo. Hoy me ha llamado la atención lo que escribe Ramón Pérez Montero en su columna de La Voz Digital-Cádiz el 18 de este mes, sobre lo ocurrido a su hijo que estudia Veterinaria en la Universidad de Cáceres: “…el profesor los conminó para que al día siguiente todos ellos volvieran provistos de la correspondiente bacaladilla.” Mi amigo Ramón me dejó todavía más descuajaringado mentalmente que cuando me explicó por qué su hijo tuvo que irse a estudiar desde Medina Sidonia a la Universidad de Cáceres:
La verdad es que no me lo puedo creer, pero es cierto. El profesor tenía que explicar cómo descubrir los parásitos que anidan en la carne del pescado y pidió a sus alumnos que cada uno fuese con su bacaladilla bajo el brazo. Lo fácil ahora es suponer qué pasará cuando toque estudiar la oveja, el caballo, la vaca, el atún, el elefante, etcétera. Los medios a disposición de profesores y alumnos son: un perro conservado en formol durante años, la cabeza descompuesta de un caballo, una vaca tuerta y un burro herido, todos ellos lisiados por el uso continuo de la enseñanza.
Cuesta creer, aunque tampoco es para rasgarse las vestiduras. No sé qué pasaría después de la clase, si se las comieron o las ofrecieron a algunos más pobres, de esos que sobran. Lo que me dejó perplejo desde al año pasado fue la situación de estos padres y el futuro veterinario, mientras no lograron que ingresase en Cáceres. Es incomprensible que Andalucía, la Comunidad española con mayor número de habitantes y la segunda en superficie, cuente con una sola Facultad de Veterinaria, siendo así, además, de que aquí disfrutamos de dos Parques Nacionales, algunos Parques Naturales, Reservas, Parajes y un buen número de destacados lugares de la Naturaleza, todos ellos plagados de animales en libertad, y quedan unos ocho millones de cabezas de ganados ovino, porcino, vacuno, caprino y aviar. Entre estos últimos se encuentra la raza Andaluza Azul, en peligro de extinción.
Son muchos animales que merecerían tener alguna cercanía de personal cualificado que cuide de su salud, parece escasa la atención que se pueda dar en la sola Facultad de Veterinaria en Córdoba.
Y para animar el comentario recordar que en en Medina Sidonia contamos con la Laguna de Montellano, dentro del complejo endorreico de Chiclana, y parte de Los Alcornocales, Parque Natural de gran belleza, así como buena caza, toros bravos y toda clase de otros animales en libertad y domésticos, fieros y mansos.
Las cosas que pasan
La televisión tiene muy mala prensa entre los televidentes, muchos la desprecian, otros la ven y hablan pestes de ella, los más se tragan todo lo que les echen con abundante e irritante publicidad. Compren- do que cuando baja el consumo las empresas se empleen a fondo para explicitar abiertamente sus productos, pero tal como lo estamos viendo actualmente, me da la sensación que se está perdiendo una oportunidad de oro. Se mira más el gasto que la eficacia, razón por la que los spots se presentan a una velocidad tal que no se aprecia el mensaje, lo que añadido a un aluvión de estos no ayuda a la comprensión de lo que se quiere ofrecer como panacea para solucionarlo todo.
Lo malo de la pequeña pantalla, que cada vez va siendo más grande, es que hay quien se sienta y lo padece todo tal cual se lo presentan. Así están asqueados de la paliza diaria que nos da la televisión los que aguantan todo. Este es un medio de comunicación y de ocio, no la plasta diaria que no deja hacer otra cosa que no sea mirarla atentamente. Todo en esta vida tiene su aquel y hay que utilizarlo según las necesidades de cada uno.
Personalmente utilizo todos los medios de comunicación por mi interés personal. Así oigo la radio, leo los periódicos en papel y esos otros ambiciosos proyectos que son los digitales, y cada día tengo un rato para ver, primero la programación de la televisión y después escoger lo que más me interesa. Entre los problemas que nos atenazan a diario hay uno preocupante que desearía se pudiese llegar a solucionar en bien de todos, tal es el encaje de la mujer en la sociedad actual, que nada tiene que ver con las anteriores. De ahí que me priven los programas de carácter sociológico. Hoy escojo uno que procuro no perdérmelo.
Se trata De buena ley, desde las dos y media de la tarde hasta las tres, de lunes a viernes, en Tele 5, presentado por una acreditada periodista, Sandra Barneda. Se trata de un arbitraje diario, por parte de un letrado distinto según los días, ante el que se presentan dos personas con un conflicto entre ambos, que aceptarán la resolución arbitral. Tanto los problemas que se plantean a diario, como el debate que se produce entre los invitados al programa, muestran el talante de la sociedad española. Allí se ofrece la visión del egoísta, del machista, del inculto, la falta de una educación social, y el doble rasero que desde el siglo XIX se sigue reindivicando como el enfrentamiento de las dos Españas, que quiere llevarse a la incomprensión de dos ideologías contrapuestas, cuando en realidad se trata de un odio ancestral hincado en la sociedad española.
Viene a ser un espejo de lo que somos, tiene algo de teatral, pero lo vemos todos los días entre las gentes que nos rodean, más o menos cercanas, pero a la vista de todos, defendiendo eso tan negativo de: es que somos así. Sin darnos cuenta de que, menos la muerte, todo tiene remedio, siempre que nos pete.
Buenas noticias
Los aniversarios son recordatorios que nos acercan a aquellos recuerdos que no se quieren o no se deben olvidar. Cada año se celebran más, que no solo sirven para recordar sino para aprender, cosas que se habían olvidado o que no se habían conocido con anterioridad.
En 2014, solo faltan seis meses para llegar a él, se celebrarán infinidad de aniversarios, pero hay dos que nos podrían interesar por tierras de Sidonia: el IV Centenario de El Greco, uno de los cuatro puntales sobre los que se sustentan los avances de la pintura universal, junto con los otros tres españoles: Velázquez, Goya y Picasso. En Medina dijeron que hubo un Greco, pero no de su mano, que hace años partió hacia otros destinos, y en la capital hay un cuadro hermosísimo en el Hospital de Mujeres que, como no podía ser de otra manera, los especialistas reconocen que es la cabeza de serie de La visión de San Francisco.
Domínikos Theotokópoulos nació en 1541 en Candía, capital de la isla griega de Creta, pasó a Venecia, a Roma y recaló en Toledo, donde le llegó la muerte el 7 de abril de 1614. Fue enterrado en la iglesia de Santo Domingo y dé allí se lo llevaron a otro lugar, desconocido hasta el presente. Unas monjas de Toledo enseñan, como una gran cosa, en una cueva del subsuelo una arqueta con los huesos de El Greco: no se lo cree nadie.
Otro de los aniversarios es el del nacimiento de Octavio Paz Lozano, Premio Nobel de Literatura en 1990, el 31 de marzo de 1914 en México, hijo de Josefina Lozano Delgado y de Octavio Paz Solórzano. Su madre Josefina todavía no se sabe con certeza dónde nació, fueron sus padres Emilio Lozano Candón y María de la Concepción Delgado y Valle, el primero de Medina Sidonia y la segunda de Arcos de la Frontera.
De El Greco se cumplirán 400 años de su muerte en Toledo y de Octavio Paz el primer centenario de su nacimiento en Ciudad de México. Parece un buena ocasión para dar a conocer vida y obra de estos dos grandes hombres que dan lustre y prez al arte de la pintura, de la literatura y la poesía.
Final.
Los amigos, los parientes, los seres queridos, se nos van yendo, como enseñándonos el camino por el que tenemos que pasar los mortales. Este Final es la despedida de los que nos han dejado huérfanos de su amistad y de sus querencias. Hoy, casi al mes de írsenos, guardo mi recuerdo entrañable a Fernando Macías Aguilera, el buen hombre que tras una larga despedida, el 7 de junio terminó. Un fuerte abrazo Antonia y para vuestros hijos Mari Paz y Manuel Fernando, unidos en mi recuerdo.
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Adiós, Adéu, Agur, Adeus
